DAKAR – A fines de junio, en Senegal celebramos Tabaski, nuestra versión de la fiesta musulmana de Eid Al Adha. Pero para algunos, una sombra sobrevoló las celebraciones: el duelo por los que perdieron la vida en un imperdonable estallido de violencia ocurrido un mes antes. La agitación civil puso a prueba la cohesión social de Senegal y nuestra larga tradición de paz y estabilidad, envidiable en África. Las vidas de nuestros conciudadanos no se deben sacrificar en el altar de los intereses políticos. Tenemos la obligación de proteger la vida y la dignidad de todos los senegaleses.
DAKAR – A fines de junio, en Senegal celebramos Tabaski, nuestra versión de la fiesta musulmana de Eid Al Adha. Pero para algunos, una sombra sobrevoló las celebraciones: el duelo por los que perdieron la vida en un imperdonable estallido de violencia ocurrido un mes antes. La agitación civil puso a prueba la cohesión social de Senegal y nuestra larga tradición de paz y estabilidad, envidiable en África. Las vidas de nuestros conciudadanos no se deben sacrificar en el altar de los intereses políticos. Tenemos la obligación de proteger la vida y la dignidad de todos los senegaleses.