Después de las bombas suicidas palestinas y el asesinato masivo y suicidio colectivo que tuvo lugar el pasado 11 de septiembre, el mundo sigue intentando redefinir lo que significa la seguridad. Conocemos suicidios masivos de sectas religiosas y suicidios individuales en operaciones militares. Nunca antes, sin embargo, se habían combinado los dos a una escala tan devastadora. Nunca antes fuimos testigos de una operación militar cuyos participantes aceptan su propia muerte no sólo como una mera posibilidad, sino como una consecuencia inevitable y, sin duda, deseada.
Después de las bombas suicidas palestinas y el asesinato masivo y suicidio colectivo que tuvo lugar el pasado 11 de septiembre, el mundo sigue intentando redefinir lo que significa la seguridad. Conocemos suicidios masivos de sectas religiosas y suicidios individuales en operaciones militares. Nunca antes, sin embargo, se habían combinado los dos a una escala tan devastadora. Nunca antes fuimos testigos de una operación militar cuyos participantes aceptan su propia muerte no sólo como una mera posibilidad, sino como una consecuencia inevitable y, sin duda, deseada.