LONDRES/SANTIAGO – A mediados de 2007, siendo ambos ministros del gobierno de Chile, recibimos la llamada telefónica que hoy temen todos los políticos y los empresarios alemanes: fuimos informados que el suministro de gas natural proveniente de Argentina, el único proveedor de nuestra nación, cesaría de la noche a la mañana. Al igual que Alemania hoy día, Chile dependía en extremo de gas importado para generar electricidad, suplir de combustible a las plantas industriales, y calefaccionar los hogares. El golpe, por lo tanto, pudo haber sido devastador. Pero gracias a un conjunto de medidas de emergencia, Chile logró salir adelante.
LONDRES/SANTIAGO – A mediados de 2007, siendo ambos ministros del gobierno de Chile, recibimos la llamada telefónica que hoy temen todos los políticos y los empresarios alemanes: fuimos informados que el suministro de gas natural proveniente de Argentina, el único proveedor de nuestra nación, cesaría de la noche a la mañana. Al igual que Alemania hoy día, Chile dependía en extremo de gas importado para generar electricidad, suplir de combustible a las plantas industriales, y calefaccionar los hogares. El golpe, por lo tanto, pudo haber sido devastador. Pero gracias a un conjunto de medidas de emergencia, Chile logró salir adelante.