WASHINGTON, D.C. – El poder de mando del presidente ruso, Vladimir Putin, es más débil de lo que aparenta. De hecho, la base del poder de Putin – es decir, los arreglos económicos clientelistas que él asiduamente ha consolidado durante la última generación – se ha convertido en la principal amenaza para su supervivencia política. La razón es simple: la falta de derechos de propiedad creíbles bajo el sistema de capitalismo de amiguetes de Putin obliga a que los oligarcas y altos funcionarios rusos mantengan su dinero en el extranjero, en su mayoría dentro de jurisdicciones de gobiernos occidentales a los cuales Putin ataca con lenguaje áspero e insultante.
WASHINGTON, D.C. – El poder de mando del presidente ruso, Vladimir Putin, es más débil de lo que aparenta. De hecho, la base del poder de Putin – es decir, los arreglos económicos clientelistas que él asiduamente ha consolidado durante la última generación – se ha convertido en la principal amenaza para su supervivencia política. La razón es simple: la falta de derechos de propiedad creíbles bajo el sistema de capitalismo de amiguetes de Putin obliga a que los oligarcas y altos funcionarios rusos mantengan su dinero en el extranjero, en su mayoría dentro de jurisdicciones de gobiernos occidentales a los cuales Putin ataca con lenguaje áspero e insultante.