MADRID – Para algunos países, la derrota militar o política es tan intolerable y humillante que harán lo que sea para dar vuelta al que consideran es un orden internacional injusto. Una de esas potencias revisionistas fue Egipto, que se empeñó en recuperar la Península del Sinaí tras haberla perdido en la derrota de 1967 ante Israel. Acabó lográndolo, pero solo después de que el Presidente Anwar Sadat adoptara una estrategia de paz con el gesto de viajar a Jerusalén. Sin embargo, el caso más ominoso fue Alemania en los años 30, cuando destrozó sistemáticamente el orden europeo surgido tras la Primera Guerra Mundial.
MADRID – Para algunos países, la derrota militar o política es tan intolerable y humillante que harán lo que sea para dar vuelta al que consideran es un orden internacional injusto. Una de esas potencias revisionistas fue Egipto, que se empeñó en recuperar la Península del Sinaí tras haberla perdido en la derrota de 1967 ante Israel. Acabó lográndolo, pero solo después de que el Presidente Anwar Sadat adoptara una estrategia de paz con el gesto de viajar a Jerusalén. Sin embargo, el caso más ominoso fue Alemania en los años 30, cuando destrozó sistemáticamente el orden europeo surgido tras la Primera Guerra Mundial.