MADRID – Cuando en 1957 se fundó por el Tratado de Roma la Comunidad Económica Europea, predecesora de la Unión Europea, la narrativa que la definía era que la integración económica contribuiría a alentar el crecimiento, fortalecer la democracia y enterrar los fantasmas del pasado violento de Europa. Es decir, el objetivo de inmunizar a Europa contra las enfermedades del nacionalismo, el populismo y el autoritarismo era inherente al proyecto de integración europea después de la Segunda Guerra Mundial.
MADRID – Cuando en 1957 se fundó por el Tratado de Roma la Comunidad Económica Europea, predecesora de la Unión Europea, la narrativa que la definía era que la integración económica contribuiría a alentar el crecimiento, fortalecer la democracia y enterrar los fantasmas del pasado violento de Europa. Es decir, el objetivo de inmunizar a Europa contra las enfermedades del nacionalismo, el populismo y el autoritarismo era inherente al proyecto de integración europea después de la Segunda Guerra Mundial.