JOHANNESBURGO – El 2 de enero, los sudafricanos se despertaron con la noticia de que el edificio del parlamento del país estaba en llamas. Apenas unos pocos días después, se publicó un informe de 800 páginas que detallaba la desenfrenada corrupción y la mala gobernanza presente en Sudáfrica. Posteriormente, se destrozaron varias puertas y ventanas de cristal en el Tribunal Constitucional. Ese fue el comienzo de un año nefasto para un país que aún llora el fallecimiento de su “brújula moral”: el arzobispo Desmond Tutu.
JOHANNESBURGO – El 2 de enero, los sudafricanos se despertaron con la noticia de que el edificio del parlamento del país estaba en llamas. Apenas unos pocos días después, se publicó un informe de 800 páginas que detallaba la desenfrenada corrupción y la mala gobernanza presente en Sudáfrica. Posteriormente, se destrozaron varias puertas y ventanas de cristal en el Tribunal Constitucional. Ese fue el comienzo de un año nefasto para un país que aún llora el fallecimiento de su “brújula moral”: el arzobispo Desmond Tutu.