La elección del Papa Benedicto XVI y la guerra mundial contra el terror han hecho que se preste una atención sin precedentes al papel de la religión en nuestro mundo. Ha habido interés particular (más concretamente en el caso del Islam) en la cuestión de si las tradiciones religiosas concretas son compatibles con las instituciones y los valores de la democracia liberal, pero, al centrarse la atención en lo que se cree y se practica, se pasa por alto una cuestión que podría ser mucho más importante: cómo se creen y se practican los preceptos religiosos.
La elección del Papa Benedicto XVI y la guerra mundial contra el terror han hecho que se preste una atención sin precedentes al papel de la religión en nuestro mundo. Ha habido interés particular (más concretamente en el caso del Islam) en la cuestión de si las tradiciones religiosas concretas son compatibles con las instituciones y los valores de la democracia liberal, pero, al centrarse la atención en lo que se cree y se practica, se pasa por alto una cuestión que podría ser mucho más importante: cómo se creen y se practican los preceptos religiosos.