LONDRES – Donald Trump se guardó las peores ofensas contra la democracia y la presidencia estadounidenses hasta casi el final de su único mandato, cuando se negó a reconocer la victoria electoral de su oponente y convocó a una turba para un asalto al Capitolio. Pero sus últimos actos de gobierno (en los que hizo uso abundante del poder de indulto) fueron casi tan escandalosos. Frustrado su intento de anular el resultado electoral, el reparto de actos de clemencia presidencial que hizo en sus últimas doce horas en el cargo (cuyos más de 140 beneficiarios incluyen a Steve Bannon, su ex director de estrategia, ahora acusado de malversación de fondos) muestran a Trump disfrutando alegremente de esta última prerrogativa monárquica.
LONDRES – Donald Trump se guardó las peores ofensas contra la democracia y la presidencia estadounidenses hasta casi el final de su único mandato, cuando se negó a reconocer la victoria electoral de su oponente y convocó a una turba para un asalto al Capitolio. Pero sus últimos actos de gobierno (en los que hizo uso abundante del poder de indulto) fueron casi tan escandalosos. Frustrado su intento de anular el resultado electoral, el reparto de actos de clemencia presidencial que hizo en sus últimas doce horas en el cargo (cuyos más de 140 beneficiarios incluyen a Steve Bannon, su ex director de estrategia, ahora acusado de malversación de fondos) muestran a Trump disfrutando alegremente de esta última prerrogativa monárquica.