WASHINGTON – El improbable ascenso de Vladimir Putin al pináculo del poder ruso en 1999-2000 fue en parte el resultado de un consenso de elites sobre la importancia de restablecer el orden en el estado ruso después de una década de crisis doméstica y humillación internacional. Su ascenso era improbable, porque Putin no era un político de carrera, sino alguien cuya visión del mundo estaba forjada por su experiencia en la KGB, una institución que operaba más allá del escrutinio público y sin miedo de restricciones legales o de otro tipo.
WASHINGTON – El improbable ascenso de Vladimir Putin al pináculo del poder ruso en 1999-2000 fue en parte el resultado de un consenso de elites sobre la importancia de restablecer el orden en el estado ruso después de una década de crisis doméstica y humillación internacional. Su ascenso era improbable, porque Putin no era un político de carrera, sino alguien cuya visión del mundo estaba forjada por su experiencia en la KGB, una institución que operaba más allá del escrutinio público y sin miedo de restricciones legales o de otro tipo.