MADRID – Las elecciones presidenciales de febrero de este año en Chipre han tenido una peculiaridad notable. Por primera vez desde hace muchos años ha sido la economía, y no la reunificación, el tema central de la campaña. Nicos Anastasiades empezó su presidencia hace sólo tres semanas con un mandato claramente económico que ahora pasa por su momento más crítico. El principio de acuerdo entre la troika y el gobierno significa que quizá lo peor ha pasado ya. Las condiciones, cuantiosas quitas en los grandes depósitos y el cierre del segundo mayor banco del país, serán duras. Sin embargo, más allá del rescate, hay algunos focos de esperanza para esta pequeña y dividida isla: una enorme fuente de riqueza energética que, con las políticas adecuadas, podría ser aprovechada una vez que la calma vuelva al país.
MADRID – Las elecciones presidenciales de febrero de este año en Chipre han tenido una peculiaridad notable. Por primera vez desde hace muchos años ha sido la economía, y no la reunificación, el tema central de la campaña. Nicos Anastasiades empezó su presidencia hace sólo tres semanas con un mandato claramente económico que ahora pasa por su momento más crítico. El principio de acuerdo entre la troika y el gobierno significa que quizá lo peor ha pasado ya. Las condiciones, cuantiosas quitas en los grandes depósitos y el cierre del segundo mayor banco del país, serán duras. Sin embargo, más allá del rescate, hay algunos focos de esperanza para esta pequeña y dividida isla: una enorme fuente de riqueza energética que, con las políticas adecuadas, podría ser aprovechada una vez que la calma vuelva al país.