LONDRES – Como señaló en 1987 el Premio Nobel de Economía Robert Solow, las computadoras están “en todas partes, menos en las estadísticas de productividad”. Desde entonces, el misterio de la “paradoja de la productividad” no ha dejado de crecer. La automatización ya eliminó muchos empleos; ahora los robots y la inteligencia artificial parecen traer consigo la promesa (o amenaza) de cambios todavía más radicales. Pero en todas las economías avanzadas, la productividad se desaceleró; en Gran Bretaña, hoy la mano de obra no es más productiva que en 2007.
LONDRES – Como señaló en 1987 el Premio Nobel de Economía Robert Solow, las computadoras están “en todas partes, menos en las estadísticas de productividad”. Desde entonces, el misterio de la “paradoja de la productividad” no ha dejado de crecer. La automatización ya eliminó muchos empleos; ahora los robots y la inteligencia artificial parecen traer consigo la promesa (o amenaza) de cambios todavía más radicales. Pero en todas las economías avanzadas, la productividad se desaceleró; en Gran Bretaña, hoy la mano de obra no es más productiva que en 2007.