Parte del éxito de la medicina moderna se basa en las nuevas drogas, en las que las compañías farmacéuticas invierten miles de millones de dólares en investigación. Las compañías pueden recuperar sus gastos gracias a las patentes, que les otorgan un monopolio temporario y, por lo tanto, les permiten cobrar precios muy por encima del costo de producción de las drogas. No podemos esperar innovación sin pagar por ella. Ahora bien, ¿los incentivos ofrecidos por el sistema de patentes son apropiados, de modo que todo este dinero esté bien invertido y contribuya al tratamiento de las enfermedades que más preocupan? Tristemente, la respuesta es un "no" contundente.
Parte del éxito de la medicina moderna se basa en las nuevas drogas, en las que las compañías farmacéuticas invierten miles de millones de dólares en investigación. Las compañías pueden recuperar sus gastos gracias a las patentes, que les otorgan un monopolio temporario y, por lo tanto, les permiten cobrar precios muy por encima del costo de producción de las drogas. No podemos esperar innovación sin pagar por ella. Ahora bien, ¿los incentivos ofrecidos por el sistema de patentes son apropiados, de modo que todo este dinero esté bien invertido y contribuya al tratamiento de las enfermedades que más preocupan? Tristemente, la respuesta es un "no" contundente.