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¿El crédito privado se está volviendo un problema público?

LONDRES – No sucede con frecuencia que un fallo de la Corte de Apelaciones del Quinto Circuito en Nueva Orleans provoque indignación en las páginas del Financial Times. Pero eso es lo que pasó a comienzos de este mes. Una sentencia a favor de la Asociación Nacional de Gestores de Fondos Privados y otros demandantes contra la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos, comentó Gillian Tett, cuyo libro Fool’s Gold (El oro de los tontos) fue uno de los análisis más perceptivos de la crisis financiera global, “causó alborozo en el mundo financiero y consternación entre grupos progresistas y protectores del consumidor”.

Claramente, la empatía de Tett es por estos últimos. Sin embargo, la sustancia del caso fue simple. El año pasado, la SEC intentó utilizar la Ley de Asesores de Inversiones de 1940 para exigir que los fondos de capital privado y otros implementaran una publicación exhaustiva de información y medidas para la presentación de informes, lo que incluía proporcionar reportes trimestrales detallados sobre desempeño y gastos. Las reglas propuestas también habrían limitado la capacidad de este tipo de fondos, entre ellos los fondos de cobertura, para ofrecer términos diferentes a diferentes inversores. Pero la industria recusó la potestad reglamentaria de la SEC y la corte de apelaciones concluyó que la agencia se había extralimitado. La Ley de Asesores de Inversiones, que está principalmente destinada a proteger a los inversores minoristas, no se podía utilizar de esa manera.  

La SEC ahora debe regresar al tablero de dibujo. Pero dada la inminente elección presidencial, y la probabilidad de un nuevo liderazgo en la comisión, no está mal suponer que sus esfuerzos por exponer a los fondos privados a un mayor escrutinio, por el momento, permanecerán en la esfera legal. La pregunta, entonces, es si esto es importante o no.

Desde hace un tiempo, los reguladores en Estados Unidos y otras partes, inclusive en el Consejo de Estabilidad Financiera (CEF), han venido mostrando mayor interés por el crédito privado. Si bien los datos son inevitablemente oscuros, dadas las reglas irregulares de divulgación de información, se estima que el mercado ronda los 1,6 billones de dólares, dos tercios de los cuales están en Estados Unidos, y un alto porcentaje del resto en Europa. El Banco de Inglaterra (BOE) estima que casi todo el incremento neto de 425.000 millones de libras (541.000 millones de dólares) del préstamo a empresas británicas en los últimos 15 años ha provenido de fuentes de crédito privadas. Mientras tanto, el préstamo bancario a las empresas apenas ha crecido durante este período.

El capital privado también ha aumentado muy rápidamente en Estados Unidos y hoy financiaa unas 32.000 empresas norteamericanas que emplean a más de 12 millones de personas. La industria ha crecido en gran medida porque sus inversiones han generado retornos muy por encima de los que existen en los mercados de renta pública: el 15% anual en los últimos veinte años. Pero también han incidido los mayores requerimientos de capital para los bancos.

Es entendible que los reguladores y los banqueros centrales, a quienes se les paga para preocuparse por la población, hayan venido formulando preguntas sobre los riesgos para la estabilidad financiera asociados con este importante incremento. Como los principales inversores son individuos adinerados o grandes fondos, la dimensión de la protección de los consumidores es menos relevante, y no ofrece argumentos particularmente sólidos para una acción regulatoria, como acaba de descubrir la SEC. 

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Sin embargo, en lo que concierne a los riesgos para la estabilidad, los banqueros centrales tienen opiniones visiblemente divergentes respecto de con cuánta seriedad debería tratarse el problema. La Reserva Federal de Estados Unidos concluyó el año pasado que los “riesgos para la estabilidad financiera de los fondos de crédito privado parecen limitados”. Aunque los fondos han crecido rápidamente, por lo general recurren poco al apalancamiento, y los riesgos de reembolso de los inversores parecen ser bajos.

Por el contrario, el BOE advierte sobre señales preocupantes de que “las interrelaciones significativas entre los mercados de crédito privado, el préstamo apalancado y la actividad del capital privado los torna vulnerables a tensiones correlacionadas”. Los inversores, al no poder liquidar activos de crédito privado, pueden vender otros activos para reducir su exposición, transmitiéndoles los riesgos a otras partes del sector financiero. El BOE recuerda claramente la crisis en el sector de los fondos de pensión del Reino Unido en 2022, cuando los fondos descargaron activos rápidamente durante el gobierno desafortunado y efímero de Liz Truss.

El Banco Central Europeo está aún más preocupado y vuelve a apuntar a la interacción entre los fondos privados y otras partes del sistema financiero, y al riesgo de criterios de suscripción y crédito más bajos. El banco observa que los fondos de crédito privado “han comenzado a agrupar su deuda en vehículos de obligaciones de préstamo colateralizadas (CLO por su sigla en inglés), que se venden a los inversores por tramos”.

Pero el BCE también reconoce los beneficios compensatorios para la estabilidad financiera: fuentes de financiamiento más diversificadas reducen la dependencia del crédito ofrecido a través del sistema bancario. Durante mucho tiempo, la Unión Europea ha dependido fuertemente de los bancos, y el BCE han intentado, durante mucho tiempo, estimular fuentes de financiamiento alternativas ofrecidas a través de los mercados de capital. De manera que su evaluación neta es que los riesgos para la estabilidad financiera “parecen contenidos en la zona del euro”.

Aun así, tanto el BOE como el BCE remiten al problema de la escasez de datos, lo que dificulta el monitoreo. En escritos previos al fallo de la corte de Nueva Orleans, el BOE explícitamente esperaba la mayor transparencia que podría haber brindado la regla propuesta por la SEC. En consecuencia, al exceder su autoridad legal y proponer una estrategia de mano dura, la SEC, desafortunadamente, ha entorpecido la causa de alcanzar una mayor transparencia.

Como los bancos centrales sí tienen un interés legítimo en la escala del otorgamiento de crédito privado -por razones vinculadas tanto a la estabilidad financiera como a la política monetaria-, necesitarán encontrar una lente alternativa y tal vez analizar las interacciones de los bancos y los corredores de valores con los mercados privados. Tanto los inversores como los prestadores también están interesados en aprender más sobre estos mercados gigantescos. El CEF debería afrontar el reto, ahora que la SEC ha fallado.

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