SANTIAGO – Hasta hace poco, parecía que América Latina había eludido el enorme tiburón blanco del populismo, justo cuando América del Norte y Europa se lanzaban al mar haciendo la vista gorda. Sí, el régimen chavista de Nicolás Maduro continúa encarcelando ciudadanos y destruyendo la economía de Venezuela; y Evo Morales en Bolivia y Daniel Ortega en Nicaragua siguen cambiando las reglas del juego para poder ser reelegidos indefinidamente. Pero la derrota electoral del peronismo kirchnerista pareció marcar un giro en Argentina. Lo mismo hizo la destitución de Dilma Rousseff en Brasil, y el reemplazo de sus fallidas políticas económicas por un enfoque que reconoce que la deuda fiscal y los déficits no pueden continuar aumentando para siempre.
SANTIAGO – Hasta hace poco, parecía que América Latina había eludido el enorme tiburón blanco del populismo, justo cuando América del Norte y Europa se lanzaban al mar haciendo la vista gorda. Sí, el régimen chavista de Nicolás Maduro continúa encarcelando ciudadanos y destruyendo la economía de Venezuela; y Evo Morales en Bolivia y Daniel Ortega en Nicaragua siguen cambiando las reglas del juego para poder ser reelegidos indefinidamente. Pero la derrota electoral del peronismo kirchnerista pareció marcar un giro en Argentina. Lo mismo hizo la destitución de Dilma Rousseff en Brasil, y el reemplazo de sus fallidas políticas económicas por un enfoque que reconoce que la deuda fiscal y los déficits no pueden continuar aumentando para siempre.