NUEVA YORK – En el clásico “juego del gallina”, dos automovilistas corren directamente el uno hacia el otro, y el primero que se desvía para evitar el choque es el “perdedor”. Pero si ninguno se desvía, es probable que los dos mueran. El estudio de esta clase de situaciones se ha usado para evaluar los riesgos de las rivalidades entre grandes potencias. Por ejemplo, en el caso de la crisis de los misiles cubanos, las dirigencias de la Unión Soviética y de Estados Unidos tenían que elegir entre perder el honor o arriesgarse a una colisión catastrófica. La pregunta que se hace siempre es si se puede hallar una solución intermedia en la que cada parte salve a la vez la vida y la credibilidad.
NUEVA YORK – En el clásico “juego del gallina”, dos automovilistas corren directamente el uno hacia el otro, y el primero que se desvía para evitar el choque es el “perdedor”. Pero si ninguno se desvía, es probable que los dos mueran. El estudio de esta clase de situaciones se ha usado para evaluar los riesgos de las rivalidades entre grandes potencias. Por ejemplo, en el caso de la crisis de los misiles cubanos, las dirigencias de la Unión Soviética y de Estados Unidos tenían que elegir entre perder el honor o arriesgarse a una colisión catastrófica. La pregunta que se hace siempre es si se puede hallar una solución intermedia en la que cada parte salve a la vez la vida y la credibilidad.