Los acólitos del terror de Pervez Musharraf

Después de que el despido mal aconsejado del jefe del Tribunal Supremo de Pakistán encendiera una tormenta de protestas públicas, el presidente general Pervez Musharraf puede estar confiando en que los fanáticos islámicos creen caos en la capital del país, Islamabad. Muchos sospechan que un baño de sangre orquestado, que conduzca a una intervención armada y a la declaración de una emergencia nacional, pueda servir como pretexto para posponer las elecciones de octubre de 2007. Esto podría permitirle al régimen dictatorial de Musharraf entrar en un octavo año de gobierno - y tal vez más allá.

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