No corren buenos tiempos para los partidos políticos, especialmente los de orientaciones tradicionales. Lejanos están los días en que en las democracias más antiguas se podía contar con dos partidos principales, uno socialdemócrata y otro más a la centroderecha, que dominaban la escena política.
No corren buenos tiempos para los partidos políticos, especialmente los de orientaciones tradicionales. Lejanos están los días en que en las democracias más antiguas se podía contar con dos partidos principales, uno socialdemócrata y otro más a la centroderecha, que dominaban la escena política.