Ahora que el futuro de Pakistán y su presidente, Pervez Musharraf, es incierto tras el asesinato de Benazir Bhutto, se están encontrando paralelos con la caída del Sha y la revolución islámica en Irán en 1979. Una vez más, un autócrata “por-estadounidense” parece estar perdiendo rápidamente su control del poder, mientras que su aliado, Estados Unidos, apenas lo apoya a medias. La élite liberal y la intelligentsia atacan al dictador confiados en que su país está preparado para una democracia secular.
Ahora que el futuro de Pakistán y su presidente, Pervez Musharraf, es incierto tras el asesinato de Benazir Bhutto, se están encontrando paralelos con la caída del Sha y la revolución islámica en Irán en 1979. Una vez más, un autócrata “por-estadounidense” parece estar perdiendo rápidamente su control del poder, mientras que su aliado, Estados Unidos, apenas lo apoya a medias. La élite liberal y la intelligentsia atacan al dictador confiados en que su país está preparado para una democracia secular.