NUEVA YORK – Mientras celebramos el habernos liberado del desgobierno de Donald Trump, no debemos olvidar que su presidencia encarnó la política lisa y llana del supremacismo blanco estadounidense. En sus expresiones, Trump se mostró como un gobernador segregacionista sureño de los años sesenta, y tras perder la elección de 2020, como un senador secesionista en vísperas de la Guerra Civil. Para que la victoria sobre la política destructiva de Trump se sostenga, hay que superar el racismo que lo llevó al poder. Es el desafío urgente al que se enfrentan no sólo Estados Unidos sino también muchas sociedades multiétnicas en todo el mundo.
NUEVA YORK – Mientras celebramos el habernos liberado del desgobierno de Donald Trump, no debemos olvidar que su presidencia encarnó la política lisa y llana del supremacismo blanco estadounidense. En sus expresiones, Trump se mostró como un gobernador segregacionista sureño de los años sesenta, y tras perder la elección de 2020, como un senador secesionista en vísperas de la Guerra Civil. Para que la victoria sobre la política destructiva de Trump se sostenga, hay que superar el racismo que lo llevó al poder. Es el desafío urgente al que se enfrentan no sólo Estados Unidos sino también muchas sociedades multiétnicas en todo el mundo.