NUEVA YORK – Vivimos en un mundo en el que, en teoría, la gobernanza económica y política global está en manos del G-20. No obstante, en la práctica no hay un liderazgo global y existe una desorganización y desacuerdos graves entre los miembros del G-20 sobre la política monetaria y fiscal, los tipos de cambio y los desequilibrios globales, el cambio climático, el comercio, la estabilidad financiera, el sistema monetario internacional y la seguridad energética, alimentaria y global. En efecto, las potencias principales ahora consideran estos temas como juegos de suma cero y no como juegos de suma positiva. Así pues, el nuestro es el mundo del G-Cero.
NUEVA YORK – Vivimos en un mundo en el que, en teoría, la gobernanza económica y política global está en manos del G-20. No obstante, en la práctica no hay un liderazgo global y existe una desorganización y desacuerdos graves entre los miembros del G-20 sobre la política monetaria y fiscal, los tipos de cambio y los desequilibrios globales, el cambio climático, el comercio, la estabilidad financiera, el sistema monetario internacional y la seguridad energética, alimentaria y global. En efecto, las potencias principales ahora consideran estos temas como juegos de suma cero y no como juegos de suma positiva. Así pues, el nuestro es el mundo del G-Cero.