En los elegantes centros comerciales de Hong Kong no se oye la marcha de botas militares, pero hay un claro aroma de totalitarismo en el ambiente. Las frases que lo delatan están en boca de todos: se habla sobre la necesidad de leyes en contra de la subversión, de control sobre la prensa, de un liderazgo fuerte, de ajustarse a la nueva realidad de Hong Kong. Todos miran hacia el gran vecino del Norte en busca de orientación y murmuran acerca de las ventajas.
En los elegantes centros comerciales de Hong Kong no se oye la marcha de botas militares, pero hay un claro aroma de totalitarismo en el ambiente. Las frases que lo delatan están en boca de todos: se habla sobre la necesidad de leyes en contra de la subversión, de control sobre la prensa, de un liderazgo fuerte, de ajustarse a la nueva realidad de Hong Kong. Todos miran hacia el gran vecino del Norte en busca de orientación y murmuran acerca de las ventajas.