PRAGA – A finales de junio, el Servicio Geológico Británico anunció la certificación de reservas del mayor yacimiento de gas de esquisto en el mundo (announced the world’s largest shale-gas field). El yacimiento Bowland, que se encuentra ubicado al sur de Lancashire y Yorkshire, contiene un 50% más de reservas de gas que las reservas combinadas de los dos yacimientos más grandes de Estados Unidos, el yacimiento Barnett y el Marcellus (the Barnett Shale and the Marcellus Shale).
El Reino Unido se ha mostrado renuente a unirse a revolución causada por la fracturación hidráulica (también llamada “fracking”). Sin embargo, explotar el yacimiento Bowland Shale podría reavivar la economía del Reino Unido y ofrecer grandes reducciones de las emisiones de CO2.
De manera paralela, el Parlamento del Reino Unido ha aprobado nuevas y más estrictas medidas para reducir las emisiones de carbono hasta el año 2020, y de lejos, en el transcurso de los próximos siete años las mayores reducciones de CO2 van a provenir de un aumento de más del 800% en energía eólica marina (increase of more than 800% in offshore wind power) . Sin embargo, la energía eólica marina es muy cara, por lo que recibirá subsidios que equivalen a por lo menos tres veces el costo normal de electricidad (at least three times the traded cost of regular electricity in subsidies) – cuesta incluso más que la energía solar (more than even solar power), que en el Reino Unido es una energía que nunca estuvo en una posición ventajosa . El Reino Unido va a pagar muy caro para lograr una reducción mínima de CO2.
Este es sólo un ejemplo de una política climática actual que está completamente alejada de la realidad, y esto no sólo ocurre en el Reino Unido. Nos estamos centrando en políticas verdes que son insignificantes, y que son muy caras. Son políticas verdes que nos hacen sentir bien, pero que no toman en cuenta o desalientan de manera activa las políticas que reducirían drásticamente las emisiones y que son adecuadas desde una perspectiva económica.
Tenga en cuenta los tres argumentos clásicos para una economía verde: el cambio climático, la seguridad energética y el empleo. En la realidad de las cosas, el fracking tiene un mejor resultado con relación a dichos tres argumentos.
Suponiendo que el esquema del Reino Unido fuese todo un éxito, la energía eólica marina pudiese producir más de un 10% (more than 10%) de la electricidad del país en el año 2020 y pudiese reducir las emisiones de CO2 hasta en 22 millones toneladas, lo que equivale a una reducción del 5%, por año. Sin embargo, el costo también sería fenomenal. El Reino Unido podría pagar al menos $8 mil millones anuales en subsidios para apoyar esta tecnología que es inherentemente ineficiente.
Compare esto con la oportunidad que se presenta en el yacimiento Bowland. En caso de que hasta el año 2020 el Reino Unido pudiese explotar sus reservas allí con tan sólo un tercio de la intensidad de explotación que en la actualidad se aplica en los yacimientos Barnett y Marcellus, el resultado sería extraordinario.
El gas natural es mucho más ecológico que el carbón, que sigue siendo el pilar de la producción de electricidad en todo el mundo y en el Reino Unido (and in the UK). En comparación al carbón, el CO2 que emite el gas por cada kilovatio-hora producido es menos de la mitad, y también emite cantidades mucho más bajas de otros contaminantes (lower amounts of other pollutants) como óxidos de nitrógeno, dióxido de azufre, negro de carbón, monóxido de carbono, mercurio, y partículas. Si el Reino Unido vendiese su gas de esquisto tanto a nivel nacional como internacional para sustituir al carbón, se puede llegar a reducir la contaminación del aire local y así reducir significativamente las emisiones totales de carbono en 170 millones de toneladas, lo que equivale a más de un tercio de las emisiones de carbono del Reino Unido. De la misma forma, en lugar de pagar subsidios por $8 mil millones dólares por año, la producción de gas de esquisto pudiese añadir alrededor de $10 mil millones anuales a la economía del Reino Unido.
Asimismo, a menudo se afirma que la economía verde aumentará la seguridad energética, ya que los recursos verdes harán que los países dependan menos de las importaciones de combustibles fósiles. En contraste, los suministros incluso mucho más altos de energía eólica pueden mejorar sólo marginalmente dicha seguridad, debido a que el Reino Unido aún tendría que importar la misma cantidad de petróleo (import just as much oil) (el viento reemplaza principalmente al carbón, muy rara vez al petróleo) y también gran parte del gas que necesita, dejando al Reino Unido dependiente de Rusia. Esta dependencia se torna palpable para los países que se encuentran más cerca a la esfera de influencia de Rusia, como por ejemplo para Polonia y Ucrania.
Y no obstante, el Reino Unido puede mejorar su seguridad energética de manera dramática, ya que cuenta con suficientes reservas de gas para cubrir aproximadamente la totalidad de su consumo de gas durante medio siglo o más (for a half-century or more). Por otra parte, el aumento de producción del Reino Unido reduciría los precios mundiales, haciendo que los países con pocas o no reservas de gas de esquito tengan mayor seguridad. Y, por supuesto, cualquier país que es $10 mil millones más rico, en lugar de $8 mil millones más pobre, tendrá mejores oportunidades para lidiar con problemas futuros.
Por último, los defensores de una economía verde prometen una sobreabundancia de puestos de trabajo verdes. Sin embargo, la investigación económica demuestra convincentemente (convincingly shows) que, si bien los subsidios pueden lograr la creación de nuevos puestos de trabajo, con el pasar del tiempo dichos puestos tendrán que ser financiados mediante un aumento de impuestos, lo que a su vez costará el mismo número de puestos de trabajo en otros rubros.
En comparación, el gas de esquisto en los EE.UU. (shale gas in the US) ha creado unos 600.000 puestos de trabajo que están generando cerca de $100 mil millones en PIB agregado y casi $20 mil millones en ingresos públicos.
La actual política climática a nivel mundial es insostenible; el compromiso del Reino Unido para impulsar la energía eólica marina es sólo el ejemplo más reciente. Las economías que están en problemas no pueden permitirse el lujo de pagar más de $350 para evitar cada tonelada de CO2, cuando en el mercado europeo existe la posibilidad de que dicho costo sea aproximadamente 50 veces menor. El gas de esquisto puede lograr que el costo de la reducción de CO2 sea siete veces menor, y al mismo tiempo puede realmente ayudar a la debilitada economía de Europa.
A pesar de no ser la solución definitiva, el gas de esquisto es más verde. Con una buena regulación, durante la próxima década puede lograr más beneficios a nivel mundial en términos de reducción de emisiones de CO2 y mejorar las condiciones de vida. Subsidios sin sentido que no podemos financiar no construirán una economía verde; lo que sí construirá una economía verde será la inversión en investigación y desarrollo para reducir los costos, de manera que la energía verde pueda con el tiempo superar al gas.
Traducido del inglés por Rocío L. Barrientos.
PRAGA – A finales de junio, el Servicio Geológico Británico anunció la certificación de reservas del mayor yacimiento de gas de esquisto en el mundo (announced the world’s largest shale-gas field). El yacimiento Bowland, que se encuentra ubicado al sur de Lancashire y Yorkshire, contiene un 50% más de reservas de gas que las reservas combinadas de los dos yacimientos más grandes de Estados Unidos, el yacimiento Barnett y el Marcellus (the Barnett Shale and the Marcellus Shale).
El Reino Unido se ha mostrado renuente a unirse a revolución causada por la fracturación hidráulica (también llamada “fracking”). Sin embargo, explotar el yacimiento Bowland Shale podría reavivar la economía del Reino Unido y ofrecer grandes reducciones de las emisiones de CO2.
De manera paralela, el Parlamento del Reino Unido ha aprobado nuevas y más estrictas medidas para reducir las emisiones de carbono hasta el año 2020, y de lejos, en el transcurso de los próximos siete años las mayores reducciones de CO2 van a provenir de un aumento de más del 800% en energía eólica marina (increase of more than 800% in offshore wind power) . Sin embargo, la energía eólica marina es muy cara, por lo que recibirá subsidios que equivalen a por lo menos tres veces el costo normal de electricidad (at least three times the traded cost of regular electricity in subsidies) – cuesta incluso más que la energía solar (more than even solar power), que en el Reino Unido es una energía que nunca estuvo en una posición ventajosa . El Reino Unido va a pagar muy caro para lograr una reducción mínima de CO2.
Este es sólo un ejemplo de una política climática actual que está completamente alejada de la realidad, y esto no sólo ocurre en el Reino Unido. Nos estamos centrando en políticas verdes que son insignificantes, y que son muy caras. Son políticas verdes que nos hacen sentir bien, pero que no toman en cuenta o desalientan de manera activa las políticas que reducirían drásticamente las emisiones y que son adecuadas desde una perspectiva económica.
Tenga en cuenta los tres argumentos clásicos para una economía verde: el cambio climático, la seguridad energética y el empleo. En la realidad de las cosas, el fracking tiene un mejor resultado con relación a dichos tres argumentos.
Suponiendo que el esquema del Reino Unido fuese todo un éxito, la energía eólica marina pudiese producir más de un 10% (more than 10%) de la electricidad del país en el año 2020 y pudiese reducir las emisiones de CO2 hasta en 22 millones toneladas, lo que equivale a una reducción del 5%, por año. Sin embargo, el costo también sería fenomenal. El Reino Unido podría pagar al menos $8 mil millones anuales en subsidios para apoyar esta tecnología que es inherentemente ineficiente.
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Compare esto con la oportunidad que se presenta en el yacimiento Bowland. En caso de que hasta el año 2020 el Reino Unido pudiese explotar sus reservas allí con tan sólo un tercio de la intensidad de explotación que en la actualidad se aplica en los yacimientos Barnett y Marcellus, el resultado sería extraordinario.
El gas natural es mucho más ecológico que el carbón, que sigue siendo el pilar de la producción de electricidad en todo el mundo y en el Reino Unido (and in the UK). En comparación al carbón, el CO2 que emite el gas por cada kilovatio-hora producido es menos de la mitad, y también emite cantidades mucho más bajas de otros contaminantes (lower amounts of other pollutants) como óxidos de nitrógeno, dióxido de azufre, negro de carbón, monóxido de carbono, mercurio, y partículas. Si el Reino Unido vendiese su gas de esquisto tanto a nivel nacional como internacional para sustituir al carbón, se puede llegar a reducir la contaminación del aire local y así reducir significativamente las emisiones totales de carbono en 170 millones de toneladas, lo que equivale a más de un tercio de las emisiones de carbono del Reino Unido. De la misma forma, en lugar de pagar subsidios por $8 mil millones dólares por año, la producción de gas de esquisto pudiese añadir alrededor de $10 mil millones anuales a la economía del Reino Unido.
Asimismo, a menudo se afirma que la economía verde aumentará la seguridad energética, ya que los recursos verdes harán que los países dependan menos de las importaciones de combustibles fósiles. En contraste, los suministros incluso mucho más altos de energía eólica pueden mejorar sólo marginalmente dicha seguridad, debido a que el Reino Unido aún tendría que importar la misma cantidad de petróleo (import just as much oil) (el viento reemplaza principalmente al carbón, muy rara vez al petróleo) y también gran parte del gas que necesita, dejando al Reino Unido dependiente de Rusia. Esta dependencia se torna palpable para los países que se encuentran más cerca a la esfera de influencia de Rusia, como por ejemplo para Polonia y Ucrania.
Y no obstante, el Reino Unido puede mejorar su seguridad energética de manera dramática, ya que cuenta con suficientes reservas de gas para cubrir aproximadamente la totalidad de su consumo de gas durante medio siglo o más (for a half-century or more). Por otra parte, el aumento de producción del Reino Unido reduciría los precios mundiales, haciendo que los países con pocas o no reservas de gas de esquito tengan mayor seguridad. Y, por supuesto, cualquier país que es $10 mil millones más rico, en lugar de $8 mil millones más pobre, tendrá mejores oportunidades para lidiar con problemas futuros.
Por último, los defensores de una economía verde prometen una sobreabundancia de puestos de trabajo verdes. Sin embargo, la investigación económica demuestra convincentemente (convincingly shows) que, si bien los subsidios pueden lograr la creación de nuevos puestos de trabajo, con el pasar del tiempo dichos puestos tendrán que ser financiados mediante un aumento de impuestos, lo que a su vez costará el mismo número de puestos de trabajo en otros rubros.
En comparación, el gas de esquisto en los EE.UU. (shale gas in the US) ha creado unos 600.000 puestos de trabajo que están generando cerca de $100 mil millones en PIB agregado y casi $20 mil millones en ingresos públicos.
La actual política climática a nivel mundial es insostenible; el compromiso del Reino Unido para impulsar la energía eólica marina es sólo el ejemplo más reciente. Las economías que están en problemas no pueden permitirse el lujo de pagar más de $350 para evitar cada tonelada de CO2, cuando en el mercado europeo existe la posibilidad de que dicho costo sea aproximadamente 50 veces menor. El gas de esquisto puede lograr que el costo de la reducción de CO2 sea siete veces menor, y al mismo tiempo puede realmente ayudar a la debilitada economía de Europa.
A pesar de no ser la solución definitiva, el gas de esquisto es más verde. Con una buena regulación, durante la próxima década puede lograr más beneficios a nivel mundial en términos de reducción de emisiones de CO2 y mejorar las condiciones de vida. Subsidios sin sentido que no podemos financiar no construirán una economía verde; lo que sí construirá una economía verde será la inversión en investigación y desarrollo para reducir los costos, de manera que la energía verde pueda con el tiempo superar al gas.
Traducido del inglés por Rocío L. Barrientos.