MADRID – Desde su comienzo en Oslo hace casi dos decenios, el proceso de paz israelo-palestino ha estado obstaculizado por el mal funcionamiento de los sistemas políticos de las dos partes. La capacidad de mando del Primer Ministro israelí, Binyamin Netanyahu, rehén de una coalición imposible y de un movimiento pro asentamientos de fanáticos que van por libre, está gravemente comprometida. Sus homólogos palestinos no están en mejor posición precisamente.
MADRID – Desde su comienzo en Oslo hace casi dos decenios, el proceso de paz israelo-palestino ha estado obstaculizado por el mal funcionamiento de los sistemas políticos de las dos partes. La capacidad de mando del Primer Ministro israelí, Binyamin Netanyahu, rehén de una coalición imposible y de un movimiento pro asentamientos de fanáticos que van por libre, está gravemente comprometida. Sus homólogos palestinos no están en mejor posición precisamente.