PRINCETON – El pedido reciente del presidente estadounidense, Barack Obama, de aliviar la austeridad impuesta a Grecia es destacable –y no sólo por su respaldo de la posición negociadora del flamante gobierno griego frente a sus acreedores oficiales-. Los comentarios de Obama representan un quiebre con la tradición de larga data de un silencio norteamericano oficial respecto de los asuntos monetarios europeos. Mientras que los académicos en Estados Unidos solían denunciar las políticas de unión monetaria de Europa, su gobierno siempre miró para otro lado.
PRINCETON – El pedido reciente del presidente estadounidense, Barack Obama, de aliviar la austeridad impuesta a Grecia es destacable –y no sólo por su respaldo de la posición negociadora del flamante gobierno griego frente a sus acreedores oficiales-. Los comentarios de Obama representan un quiebre con la tradición de larga data de un silencio norteamericano oficial respecto de los asuntos monetarios europeos. Mientras que los académicos en Estados Unidos solían denunciar las políticas de unión monetaria de Europa, su gobierno siempre miró para otro lado.