NUEVA YORK – Las elecciones norteamericanas normalmente producen una breve euforia; la sensación pública de renovación, de posibilidades futuras, actúa como una inyección de adrenalina. Este año, sin embargo, el alivio y la celebración palpables resultarán atemperados por la sensación compartida por muchos de que no todo está bien en Estados Unidos.
NUEVA YORK – Las elecciones norteamericanas normalmente producen una breve euforia; la sensación pública de renovación, de posibilidades futuras, actúa como una inyección de adrenalina. Este año, sin embargo, el alivio y la celebración palpables resultarán atemperados por la sensación compartida por muchos de que no todo está bien en Estados Unidos.