BERLÍN – Escribo esto en Berlín, anonadado ante las imágenes de incendio, devastación y ceniza en que se ha convertido Notre-Dame de Paris, Nuestra Señora de París; tesoro de civilización para quienes creen en el cielo y para los que no, representación de la Europa de la belleza, de las esperanzas sagradas, de la grandeza y la gentileza. Tengo el corazón deshecho, como ustedes, como todos.
BERLÍN – Escribo esto en Berlín, anonadado ante las imágenes de incendio, devastación y ceniza en que se ha convertido Notre-Dame de Paris, Nuestra Señora de París; tesoro de civilización para quienes creen en el cielo y para los que no, representación de la Europa de la belleza, de las esperanzas sagradas, de la grandeza y la gentileza. Tengo el corazón deshecho, como ustedes, como todos.