PARÍS – La gente cantaba, rezaba y lloraba, o sólo estaba congelada sin poder creer lo que tenía ante sus ojos, mientras las llamas abrazaban “su” catedral de Notre Dame, objeto de su memoria individual y colectiva. Las emociones de quienes presenciaron el incendio en París el 15 y 16 de abril se han hecho eco en todo el mundo. Esperemos que esta efusión global de empatía en respuesta a una tragedia tenga efectos positivos duraderos, en Francia y en otras partes.
PARÍS – La gente cantaba, rezaba y lloraba, o sólo estaba congelada sin poder creer lo que tenía ante sus ojos, mientras las llamas abrazaban “su” catedral de Notre Dame, objeto de su memoria individual y colectiva. Las emociones de quienes presenciaron el incendio en París el 15 y 16 de abril se han hecho eco en todo el mundo. Esperemos que esta efusión global de empatía en respuesta a una tragedia tenga efectos positivos duraderos, en Francia y en otras partes.