MADRID – Hasta la pandemia, la nostalgia fue una importante fuerza de la política mundial. Donald Trump ascendió al poder con la promesa de «hacer grande a Estados Unidos otra vez», y los partidarios del Brexit ganaron su batalla política, en parte, mediante la idealización del pasado imperial británico. Mientras el presidente chino Xi Jinping convocaba a un «gran rejuvenecimiento de la nación china», su homólogo turco Recep Tayyip Erdoğan perseguía ambiciones neo‑otomanas, y el primer ministro húngaro Viktor Orbán se lamentaba de las pérdidas territoriales del Reino de Hungría después de la Primera Guerra Mundial.
MADRID – Hasta la pandemia, la nostalgia fue una importante fuerza de la política mundial. Donald Trump ascendió al poder con la promesa de «hacer grande a Estados Unidos otra vez», y los partidarios del Brexit ganaron su batalla política, en parte, mediante la idealización del pasado imperial británico. Mientras el presidente chino Xi Jinping convocaba a un «gran rejuvenecimiento de la nación china», su homólogo turco Recep Tayyip Erdoğan perseguía ambiciones neo‑otomanas, y el primer ministro húngaro Viktor Orbán se lamentaba de las pérdidas territoriales del Reino de Hungría después de la Primera Guerra Mundial.