CHICAGO – La actual crisis económica mundial no solo ha llevado a que en muchos países los partidos gobernantes pierdan las elecciones: también está causando un terremoto en las juntas directivas de las empresas. En otros tiempos, cuando las cotizaciones bursátiles y los beneficios empresariales parecían desafiar la ley de la gravedad, las asambleas de accionistas se parecían a las convenciones políticas estadounidenses: más que foros donde discutir asuntos contenciosos, parecían espectáculos montados para promover la imagen de las empresas. Pero la ronda anual de asambleas generales de este año fue diferente. Los inversores, decepcionados por los bajos rendimientos, están mucho más belicosos que antes.
CHICAGO – La actual crisis económica mundial no solo ha llevado a que en muchos países los partidos gobernantes pierdan las elecciones: también está causando un terremoto en las juntas directivas de las empresas. En otros tiempos, cuando las cotizaciones bursátiles y los beneficios empresariales parecían desafiar la ley de la gravedad, las asambleas de accionistas se parecían a las convenciones políticas estadounidenses: más que foros donde discutir asuntos contenciosos, parecían espectáculos montados para promover la imagen de las empresas. Pero la ronda anual de asambleas generales de este año fue diferente. Los inversores, decepcionados por los bajos rendimientos, están mucho más belicosos que antes.