BERLÍN – Hace poco el presidente estadounidense Joe Biden llevó a los líderes de sus aliados, Japón y Corea del Sur, a Camp David para conversar sobre la manera de contener a China y limitar la influencia rusa (por ejemplo, en la región africana del Sahel, que recientemente experimentó una seguidilla de golpes de Estado). Mientras tanto, los líderes de los países del grupo BRICS —Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica— se reunieron en Johannesburgo para criticar el dominio occidental de las instituciones internacionales establecidas después de la Segunda Guerra Mundial. Fue suficiente para que los historiadores de la Guerra Fría experimentaran un déjà-vu.
BERLÍN – Hace poco el presidente estadounidense Joe Biden llevó a los líderes de sus aliados, Japón y Corea del Sur, a Camp David para conversar sobre la manera de contener a China y limitar la influencia rusa (por ejemplo, en la región africana del Sahel, que recientemente experimentó una seguidilla de golpes de Estado). Mientras tanto, los líderes de los países del grupo BRICS —Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica— se reunieron en Johannesburgo para criticar el dominio occidental de las instituciones internacionales establecidas después de la Segunda Guerra Mundial. Fue suficiente para que los historiadores de la Guerra Fría experimentaran un déjà-vu.