NUEVA YORK – Los mercados financieros tienden a sufrir oscilaciones maníaco‑depresivas, y los últimos años han sido buen ejemplo de esto. En períodos de toma de riesgos, los inversores (motivados por los “espíritus animales”) producen mercados alcistas, efervescencia y a veces directamente burbujas; pero en algún momento sobrerreaccionan a alguna perturbación negativa, se vuelven demasiado pesimistas, se desprenden de inversiones arriesgadas y provocan una corrección o un mercado bajista.
NUEVA YORK – Los mercados financieros tienden a sufrir oscilaciones maníaco‑depresivas, y los últimos años han sido buen ejemplo de esto. En períodos de toma de riesgos, los inversores (motivados por los “espíritus animales”) producen mercados alcistas, efervescencia y a veces directamente burbujas; pero en algún momento sobrerreaccionan a alguna perturbación negativa, se vuelven demasiado pesimistas, se desprenden de inversiones arriesgadas y provocan una corrección o un mercado bajista.