BERLÍN – A décadas del fin de la Guerra Fría, Rusia sigue siendo el enemigo perfecto, con una inigualable capacidad de agitar a la clase política europea. Pero la intensidad de los debates y emociones europeos en torno a Rusia oculta una creciente unidad que debe sustentar un nuevo enfoque hacia el régimen del Presidente Vladimir Putin.
BERLÍN – A décadas del fin de la Guerra Fría, Rusia sigue siendo el enemigo perfecto, con una inigualable capacidad de agitar a la clase política europea. Pero la intensidad de los debates y emociones europeos en torno a Rusia oculta una creciente unidad que debe sustentar un nuevo enfoque hacia el régimen del Presidente Vladimir Putin.