LONDRES – Se han celebrado hace poco las reuniones anuales de primavera del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial; y según los organizadores, salió de ellas un «fuerte mensaje de confianza y voluntad de cooperar». Pero la retórica elevada y las buenas intenciones no bastan para crear una economía realmente inclusiva y sostenible que sea adecuada para el siglo XXI. Para eso, se necesitan profundos cambios estructurales.
LONDRES – Se han celebrado hace poco las reuniones anuales de primavera del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial; y según los organizadores, salió de ellas un «fuerte mensaje de confianza y voluntad de cooperar». Pero la retórica elevada y las buenas intenciones no bastan para crear una economía realmente inclusiva y sostenible que sea adecuada para el siglo XXI. Para eso, se necesitan profundos cambios estructurales.