PARÍS – En 2003, colaboré en la preparación de un informe sobre el futuro de la Unión Europea —el informe Sapir— en el que observamos que los gastos, ingresos y procedimientos del presupuesto de la UE eran contradictorios con sus objetivos. Promovimos por eso una reestructuración radical de lo que se había convertido en una «reliquia histórica». Diecisiete años más tarde, poco ha cambiado.
PARÍS – En 2003, colaboré en la preparación de un informe sobre el futuro de la Unión Europea —el informe Sapir— en el que observamos que los gastos, ingresos y procedimientos del presupuesto de la UE eran contradictorios con sus objetivos. Promovimos por eso una reestructuración radical de lo que se había convertido en una «reliquia histórica». Diecisiete años más tarde, poco ha cambiado.