NUEVA YORK – El 17 de enero de 2021, cuando el líder de la oposición rusa Alexéi Navalni abordó un avión hacia Moscú desde Berlín —donde lo habían atendido después de que fuera envenenado en Rusia con el agente nervioso novichock—, afirmó estar contento por volver a casa; pero conocía los riesgos que ello implicaba: una larga sentencia en prisión, la tortura... e incluso la muerte.
NUEVA YORK – El 17 de enero de 2021, cuando el líder de la oposición rusa Alexéi Navalni abordó un avión hacia Moscú desde Berlín —donde lo habían atendido después de que fuera envenenado en Rusia con el agente nervioso novichock—, afirmó estar contento por volver a casa; pero conocía los riesgos que ello implicaba: una larga sentencia en prisión, la tortura... e incluso la muerte.