En su desesperación por mantenerse en el poder, Pervez Musharraf ha descartado el marco constitucional de Pakistán y ha declarado un estado de excepción. ¿Su meta? Asfixiar la independencia del poder judicial y la libertad de los medios. Con habilidad, pero de manera descarada, ha tratado de hacer creer que estas acciones constituyen un esfuerzo para alcanzar la estabilidad y apoyar la guerra contra el terrorismo de forma más efectiva. Nada podría estar más alejado de la verdad. A juzgar por la historia de Pakistán, su decisión de imponer la ley marcial podría ser la gota que derrame el vaso.
En su desesperación por mantenerse en el poder, Pervez Musharraf ha descartado el marco constitucional de Pakistán y ha declarado un estado de excepción. ¿Su meta? Asfixiar la independencia del poder judicial y la libertad de los medios. Con habilidad, pero de manera descarada, ha tratado de hacer creer que estas acciones constituyen un esfuerzo para alcanzar la estabilidad y apoyar la guerra contra el terrorismo de forma más efectiva. Nada podría estar más alejado de la verdad. A juzgar por la historia de Pakistán, su decisión de imponer la ley marcial podría ser la gota que derrame el vaso.