BOSTON – No hace falta trabajar toda una vida en cuestiones de salud pública internacional para comprender el enorme riesgo que suponen los fármacos falsificados o de mala calidad. Las cadenas de suministro farmacéutico de todo el mundo, de Azerbaiyán a Zambia, están infiltradas de productos falsos que arruinan hasta los mejores programas de control, manejo y erradicación de enfermedades mortales. Y aunque es una actividad criminal, poco se hace por impedirla.
BOSTON – No hace falta trabajar toda una vida en cuestiones de salud pública internacional para comprender el enorme riesgo que suponen los fármacos falsificados o de mala calidad. Las cadenas de suministro farmacéutico de todo el mundo, de Azerbaiyán a Zambia, están infiltradas de productos falsos que arruinan hasta los mejores programas de control, manejo y erradicación de enfermedades mortales. Y aunque es una actividad criminal, poco se hace por impedirla.