LONDRES – Hace mucho tiempo que se sabe que el campamento de refugiados de Moria en la isla griega de Lesbos está plagado de hacinamiento, condiciones insalubres y una violencia descontrolada, que incluyó disturbios que han dejado como resultado muchos heridos. Pero cuando los trabajadores humanitarios informaron en abril que había intentos de suicidio entre niños de hasta diez años, quedó al descubierto otra faceta trágica de la crisis de refugiados: 30 millones de niños en todo el mundo hoy están desplazados, y muchos de ellos en condiciones atroces. La crisis no sólo los pone en peligro hoy; también amenaza con destruir sus futuros.
LONDRES – Hace mucho tiempo que se sabe que el campamento de refugiados de Moria en la isla griega de Lesbos está plagado de hacinamiento, condiciones insalubres y una violencia descontrolada, que incluyó disturbios que han dejado como resultado muchos heridos. Pero cuando los trabajadores humanitarios informaron en abril que había intentos de suicidio entre niños de hasta diez años, quedó al descubierto otra faceta trágica de la crisis de refugiados: 30 millones de niños en todo el mundo hoy están desplazados, y muchos de ellos en condiciones atroces. La crisis no sólo los pone en peligro hoy; también amenaza con destruir sus futuros.