Hace treinta años, yo estaba en la universidad y Nixon acababa de invadir Camboya. Había beligerancia en el ambiente cuando nos juntábamos todos (alumnos, profesores, personal administrativo) para ver qué íbamos a hacer. ¿Cómo íbamos a responder? Nuestro distinguido profesor de historia de Estados Unidos se puso de pie y declaró que este momento representaba la peor crisis en la historia del país. Para no ser menos, nuestro eminente clásico de la nueva era se levantó y sostuvo que era la peor crisis de la historia universal. Todos asentimos fervorosamente. Entonces , sin embargo, un inglés, historiador de las religiones, que estaba de visita, un teólogo católico lego, alto y flaco, sugirió apaciblemente que „En verdad deberíamos ser más modestos en nuestras crisis. Supongo“, continuó, „que la gente en la época de la peste debe haber pensado que tenía serios problemas“.
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