NUEVA YORK – Han pasado casi 60 años desde que el filósofo e historiador Thomas Kuhn escribió su influyente libro La estructura de las revoluciones científicas. La tesis de Kuhn era simple pero herética: los avances en la ciencia no ocurren a través de la acumulación gradual de pequeños cambios en el pensamiento existente, sino más bien a partir de la aparición repentina de ideas radicales que hacen que los modelos existentes sean reemplazados por algo fundamentalmente diferente. Como sucedió cuando los astrónomos determinaron que la tierra gira alrededor del sol y no al revés, estos “cambios de paradigma” introducen un modelo enteramente nuevo que se convierte en la base de un estudio científico y una experimentación “normales” hasta que también es reemplazado.
NUEVA YORK – Han pasado casi 60 años desde que el filósofo e historiador Thomas Kuhn escribió su influyente libro La estructura de las revoluciones científicas. La tesis de Kuhn era simple pero herética: los avances en la ciencia no ocurren a través de la acumulación gradual de pequeños cambios en el pensamiento existente, sino más bien a partir de la aparición repentina de ideas radicales que hacen que los modelos existentes sean reemplazados por algo fundamentalmente diferente. Como sucedió cuando los astrónomos determinaron que la tierra gira alrededor del sol y no al revés, estos “cambios de paradigma” introducen un modelo enteramente nuevo que se convierte en la base de un estudio científico y una experimentación “normales” hasta que también es reemplazado.