NUEVA YORK – Hace tres meses, la predicción de que unas protestas populares no tardarían en derribar una dictadura en Túnez, en desalojar del poder a Hosni Mubarak en Egipto, en provocar una guerra civil en la Libia de Muamar el Gadafi y en sacudir a los regímenes desde Marruecos hasta el Yemen habría inspirado un profundo escepticismo. Sabíamos que la yesca estaba seca, pero no podíamos saber cómo o cuándo exactamente ardería. Ahora que así ha sido, ¿hasta dónde pueden llegar las llamas?
NUEVA YORK – Hace tres meses, la predicción de que unas protestas populares no tardarían en derribar una dictadura en Túnez, en desalojar del poder a Hosni Mubarak en Egipto, en provocar una guerra civil en la Libia de Muamar el Gadafi y en sacudir a los regímenes desde Marruecos hasta el Yemen habría inspirado un profundo escepticismo. Sabíamos que la yesca estaba seca, pero no podíamos saber cómo o cuándo exactamente ardería. Ahora que así ha sido, ¿hasta dónde pueden llegar las llamas?