PRINCETON – A poco de despegar del aeropuerto de Heathrow, en las afueras de Londres, a veces el avión sobrevuela un prado llamado Runnymede. Hace ochocientos años este mes, ese lugar era escenario de un colorido espectáculo: una multitud de tiendas de barones y caballeros cubría el terreno, y entre ellas se alzaba, más alto, el pabellón del rey Juan de Inglaterra, como la carpa de un circo con el estandarte real ondeando en la cima.
PRINCETON – A poco de despegar del aeropuerto de Heathrow, en las afueras de Londres, a veces el avión sobrevuela un prado llamado Runnymede. Hace ochocientos años este mes, ese lugar era escenario de un colorido espectáculo: una multitud de tiendas de barones y caballeros cubría el terreno, y entre ellas se alzaba, más alto, el pabellón del rey Juan de Inglaterra, como la carpa de un circo con el estandarte real ondeando en la cima.