OXFORD – Por largo tiempo, Turquía ha disfrutado de gran estabilidad geopolítica. No obstante, desde 2003 su alianza con Estados Unidos, que hasta entonces prácticamente no había sido cuestionada, sufrió una profunda reevaluación debido a la Guerra de Iraq y a que el consenso turco acerca de la candidatura del país a la UE, que ya duraba décadas, comenzó a tambalear debido a los titubeos de la Unión Europea. Considerando el papel central de Turquía no sólo en mantener la paz en el volátil Cáucaso, sino en promoverla en el Oriente Próximo (después de todo, las conversaciones que hoy llevan a cabo Siria e Israel ocurren gracias a la mediación turca), descuidar a esta nación no es sólo poco inteligente, sino además peligroso.
OXFORD – Por largo tiempo, Turquía ha disfrutado de gran estabilidad geopolítica. No obstante, desde 2003 su alianza con Estados Unidos, que hasta entonces prácticamente no había sido cuestionada, sufrió una profunda reevaluación debido a la Guerra de Iraq y a que el consenso turco acerca de la candidatura del país a la UE, que ya duraba décadas, comenzó a tambalear debido a los titubeos de la Unión Europea. Considerando el papel central de Turquía no sólo en mantener la paz en el volátil Cáucaso, sino en promoverla en el Oriente Próximo (después de todo, las conversaciones que hoy llevan a cabo Siria e Israel ocurren gracias a la mediación turca), descuidar a esta nación no es sólo poco inteligente, sino además peligroso.