NAIROBI – Los exploradores europeos del siglo XIX llamaron a África el “continente obscuro”, porque para ellos era vasto y en gran medida desconocido. En la actualidad, África puede seguir siendo obscura, pero por una razón muy diferente: tiene una escasez crónica de electricidad. De hecho, las imágenes nocturnas por satélite muestran que, excepto en algunas partes del África meridional y septentrional, apenas parpadea.
Las Naciones Unidas han designado 2012 Año Internacional de la Energía Sostenible para Todos. Su inauguración oficial en África a mediados de febrero no ”encenderá” el continente instantáneamente, pero puede contribuir a desencadenar medidas mundiales con miras a la consecución de ese objetivo, con lo que mejorará la vida y los medios de subsistencia de millones de personas.
Ha habido intentos anteriores de electrificar a África, con resultados irregulares, pero esta vez puede ser diferente. Muchos países están ya ensayando las tecnologías y políticas necesarias para llevar la energía a las zonas rurales y las ciudades en crecimiento. Para desbloquear el potencial de ese continente, son esenciales mecanismos innovadores de inversión y una marcada disminución de los costos de manufacturación e instalación de las tecnologías de energías renovables, incluidas la eólica, la solar y la de biomasa avanzada.
En Kenya, se están aprovechando los recursos de energía geotérmica mediante nuevas técnicas de perforación, con lo que en los últimos años se han añadido centenares de megavatios de capacidad de generación. Kenya está también a punto de iniciar la construcción del mayor parque eólico del África subsahariana.
En Egipto, la inversión en energía renovable aumentó en 800 millones de dólares hasta 1.300 millones de dólares en 2010 gracias al proyecto heliocéntrico de KomOmbo y un parque eólico de 220 megavatios en la costa del golfo de Zayt.
En Marruecos, la distribución de equipos fotovoltaicos a pueblos aislados ha permitido aumentar las tasas de acceso a la electricidad en zonas rurales de menos del 15 por ciento en 1990 a más del 97 por ciento en 2009. Se ha elegido a este país como primer emplazamiento para construir una planta solar de concentración de 500 MW como parte de la Iniciativa Industrial DESERTEC.
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En lugar de esperar a que una red eléctrica llegue a una ciudad o un pueblo, se pueden desplegar rápidamente las energías renovables en zonas remotas. La generación dispersa mediante las renovables puede contribuir también a reducir el riesgo de apagones de la corriente en gran escala y la consiguiente dependencia de la onerosa energía obtenida mediante el diésel, que actualmente puede costar hasta el cinco por ciento del PIB anual de un país, problema que afecta a 30 de los 48 países del África subsahariana.
Están en marcha planes innovadores: en algunas partes de África, por ejemplo, las empresas de teléfonos móviles han empezado a experimentar formas de prestar a sus clientes acceso a la energía solar. Se suministra la electricidad con pago por consumo incluido en las facturas de los teléfonos, lo que brinda oportunidades a los agricultores aislados.
Pero hace falta más. África cuenta con recursos no explotados en materia de energías renovables que pueden proporcionar electricidad para todos con un costo asequible. Tan sólo las posibilidades de la energía eólica representan más de 1.000 gigavatios o más de cinco veces el total de capacidad de generación instalada en la actualidad en el continente. El potencial de producción de energía solar es diez veces mayor, más de 10.000 GW, mientras que hasta ahora sólo se ha explotado el cinco por ciento de los recursos hidroeléctricos que, según se calcula, existen en la región. En algunas partes de África, la biomasa desarrollada de forma sostenible podría proporcionar combustibles para contribuir a atender la demanda para el transporte.
Como África tiene aún que construir casi las dos terceras partes de la capacidad suplementaria que necesitará en 2030, el continente afronta una oportunidad excepcional de beneficiarse de los recientes avances y reducciones de costos en materia de tecnologías de generación de energía renovable, con lo que se saltaría la vía energética seguida por los países industrializados.
La historia no se limita a la electrificación. En Ghana, un proyecto de desarrollo, de empresas de energía rural, apoyado por la Fundación de las Naciones Unidas, ha ayudado a empresas pequeñas a crecer y suministrar cocinas más eficientes y más limpias a 50.000 hogares, al tiempo que creaba puestos de trabajo de manufacturas y servicios y reducía las emisiones dañinas para la salud en las casas. En toda África hay historias similares y, una vez más, una gran necesidad de más avances.
El Año Internacional de la Energía Sostenible para Todos coincide con el año de la Cumbre Río+20, en la que, con motivo del vigésimo aniversario de la cumbre de la Tierra de 1992, que preparó el terreno para el desarrollo sostenible, los dirigentes del mundo volverán a reunirse para lograr ese objetivo. Una decisión cooperativa que los dirigentes del mundo pueden adoptar cuando se reúnan de nuevo en Río de Janeiro es la de reducir o suprimir progresivamente los más de 500.000 millones de dólares de subvenciones de los combustibles fósiles, cuyos beneficios llegan a menos del diez por ciento del 20 por ciento más pobre de la población mundial.
Será un empeño muy difícil, pero un conjunto de políticas graduales, bien concebidas y adecuadamente expuestas podría acelerar la búsqueda de fuentes de energía más sostenibles. Un buen punto por el que comenzar es el sector público: las compras de los gobiernos y de las administraciones locales pueden desempeñar un papel importante en el cambio de las economías hacia formas más limpias de energía. La creación de capacidad en el sector bancario y la gestión del riesgo representado por el tipo de cambio en algunos países africanos contribuiría también a hacer realidad las posibilidades de África para la producción de energía sostenible.
Siguen existiendo muchas barreras, pero en la actualidad ya no son insalvables. Los gobiernos, el sector privado y los grupos de la sociedad civil de África y otras zonas deben apoyar la iniciativa del Secretario General de las Naciones Unidas respaldando a la nueva generación de empresarios e innovadores que llevarán la luz a 600 millones de ciudadanos africanos cuyas vidas y medios de subsistencia siguen a obscuras.
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In 2024, global geopolitics and national politics have undergone considerable upheaval, and the world economy has both significant weaknesses, including Europe and China, and notable bright spots, especially the US. In the coming year, the range of possible outcomes will broaden further.
offers his predictions for the new year while acknowledging that the range of possible outcomes is widening.
NAIROBI – Los exploradores europeos del siglo XIX llamaron a África el “continente obscuro”, porque para ellos era vasto y en gran medida desconocido. En la actualidad, África puede seguir siendo obscura, pero por una razón muy diferente: tiene una escasez crónica de electricidad. De hecho, las imágenes nocturnas por satélite muestran que, excepto en algunas partes del África meridional y septentrional, apenas parpadea.
Las Naciones Unidas han designado 2012 Año Internacional de la Energía Sostenible para Todos. Su inauguración oficial en África a mediados de febrero no ”encenderá” el continente instantáneamente, pero puede contribuir a desencadenar medidas mundiales con miras a la consecución de ese objetivo, con lo que mejorará la vida y los medios de subsistencia de millones de personas.
Ha habido intentos anteriores de electrificar a África, con resultados irregulares, pero esta vez puede ser diferente. Muchos países están ya ensayando las tecnologías y políticas necesarias para llevar la energía a las zonas rurales y las ciudades en crecimiento. Para desbloquear el potencial de ese continente, son esenciales mecanismos innovadores de inversión y una marcada disminución de los costos de manufacturación e instalación de las tecnologías de energías renovables, incluidas la eólica, la solar y la de biomasa avanzada.
En Kenya, se están aprovechando los recursos de energía geotérmica mediante nuevas técnicas de perforación, con lo que en los últimos años se han añadido centenares de megavatios de capacidad de generación. Kenya está también a punto de iniciar la construcción del mayor parque eólico del África subsahariana.
En Egipto, la inversión en energía renovable aumentó en 800 millones de dólares hasta 1.300 millones de dólares en 2010 gracias al proyecto heliocéntrico de KomOmbo y un parque eólico de 220 megavatios en la costa del golfo de Zayt.
En Marruecos, la distribución de equipos fotovoltaicos a pueblos aislados ha permitido aumentar las tasas de acceso a la electricidad en zonas rurales de menos del 15 por ciento en 1990 a más del 97 por ciento en 2009. Se ha elegido a este país como primer emplazamiento para construir una planta solar de concentración de 500 MW como parte de la Iniciativa Industrial DESERTEC.
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Están en marcha planes innovadores: en algunas partes de África, por ejemplo, las empresas de teléfonos móviles han empezado a experimentar formas de prestar a sus clientes acceso a la energía solar. Se suministra la electricidad con pago por consumo incluido en las facturas de los teléfonos, lo que brinda oportunidades a los agricultores aislados.
Pero hace falta más. África cuenta con recursos no explotados en materia de energías renovables que pueden proporcionar electricidad para todos con un costo asequible. Tan sólo las posibilidades de la energía eólica representan más de 1.000 gigavatios o más de cinco veces el total de capacidad de generación instalada en la actualidad en el continente. El potencial de producción de energía solar es diez veces mayor, más de 10.000 GW, mientras que hasta ahora sólo se ha explotado el cinco por ciento de los recursos hidroeléctricos que, según se calcula, existen en la región. En algunas partes de África, la biomasa desarrollada de forma sostenible podría proporcionar combustibles para contribuir a atender la demanda para el transporte.
Como África tiene aún que construir casi las dos terceras partes de la capacidad suplementaria que necesitará en 2030, el continente afronta una oportunidad excepcional de beneficiarse de los recientes avances y reducciones de costos en materia de tecnologías de generación de energía renovable, con lo que se saltaría la vía energética seguida por los países industrializados.
La historia no se limita a la electrificación. En Ghana, un proyecto de desarrollo, de empresas de energía rural, apoyado por la Fundación de las Naciones Unidas, ha ayudado a empresas pequeñas a crecer y suministrar cocinas más eficientes y más limpias a 50.000 hogares, al tiempo que creaba puestos de trabajo de manufacturas y servicios y reducía las emisiones dañinas para la salud en las casas. En toda África hay historias similares y, una vez más, una gran necesidad de más avances.
El Año Internacional de la Energía Sostenible para Todos coincide con el año de la Cumbre Río+20, en la que, con motivo del vigésimo aniversario de la cumbre de la Tierra de 1992, que preparó el terreno para el desarrollo sostenible, los dirigentes del mundo volverán a reunirse para lograr ese objetivo. Una decisión cooperativa que los dirigentes del mundo pueden adoptar cuando se reúnan de nuevo en Río de Janeiro es la de reducir o suprimir progresivamente los más de 500.000 millones de dólares de subvenciones de los combustibles fósiles, cuyos beneficios llegan a menos del diez por ciento del 20 por ciento más pobre de la población mundial.
Será un empeño muy difícil, pero un conjunto de políticas graduales, bien concebidas y adecuadamente expuestas podría acelerar la búsqueda de fuentes de energía más sostenibles. Un buen punto por el que comenzar es el sector público: las compras de los gobiernos y de las administraciones locales pueden desempeñar un papel importante en el cambio de las economías hacia formas más limpias de energía. La creación de capacidad en el sector bancario y la gestión del riesgo representado por el tipo de cambio en algunos países africanos contribuiría también a hacer realidad las posibilidades de África para la producción de energía sostenible.
Siguen existiendo muchas barreras, pero en la actualidad ya no son insalvables. Los gobiernos, el sector privado y los grupos de la sociedad civil de África y otras zonas deben apoyar la iniciativa del Secretario General de las Naciones Unidas respaldando a la nueva generación de empresarios e innovadores que llevarán la luz a 600 millones de ciudadanos africanos cuyas vidas y medios de subsistencia siguen a obscuras.