BEIRUT – La insurrección armada de Hezbollah en mayo, que afectó a Beirut y otras partes del Líbano, le asestó otro golpe más a las esperanzas de una verdadera soberanía estatal en el país, fortaleciendo a Hezbollah y debilitando al gobierno respaldado por Occidente. Pero también trajo aparejado un nuevo acuerdo, negociado en Doha, Qatar, que dio lugar a una elección presidencial después de un prolongado estancamiento, a la formación de un gobierno de unidad nacional, a una nueva ley electoral y a la reanudación de un diálogo nacional sobre las relaciones entre el Estado y otros actores no estatales, particularmente Hezbollah.
BEIRUT – La insurrección armada de Hezbollah en mayo, que afectó a Beirut y otras partes del Líbano, le asestó otro golpe más a las esperanzas de una verdadera soberanía estatal en el país, fortaleciendo a Hezbollah y debilitando al gobierno respaldado por Occidente. Pero también trajo aparejado un nuevo acuerdo, negociado en Doha, Qatar, que dio lugar a una elección presidencial después de un prolongado estancamiento, a la formación de un gobierno de unidad nacional, a una nueva ley electoral y a la reanudación de un diálogo nacional sobre las relaciones entre el Estado y otros actores no estatales, particularmente Hezbollah.