PARÍS – Recuerdo vívidamente la primera aparición televisiva de la candidata presidencial francesa Marine Le Pen. Fue apenas antes de la campaña presidencial de 2002 y yo tenía que moderar un debate en la televisión pública francesa. Para un equilibrio político, necesitábamos un representante del Frente Nacional (FN) de extrema derecha, por entonces encabezado por el padre de Le Pen, Jean-Marie Le Pen. Bruno Gollnisch, director de la campaña de Jean-Marie y su aparente heredero, rechazó nuestra invitación y ofreció, en cambio, enviar a Marine.
PARÍS – Recuerdo vívidamente la primera aparición televisiva de la candidata presidencial francesa Marine Le Pen. Fue apenas antes de la campaña presidencial de 2002 y yo tenía que moderar un debate en la televisión pública francesa. Para un equilibrio político, necesitábamos un representante del Frente Nacional (FN) de extrema derecha, por entonces encabezado por el padre de Le Pen, Jean-Marie Le Pen. Bruno Gollnisch, director de la campaña de Jean-Marie y su aparente heredero, rechazó nuestra invitación y ofreció, en cambio, enviar a Marine.