SANTIAGO – Los participantes llegaron, los anfitriones dieron la bienvenida a los invitados europeos, se pronunciaron muchos discursos, se brindó y, al final, la reunión anual de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) fue aclamada como un éxito. Pero lo que quedó la mañana siguiente fue la clara sensación de una región profundamente dividida, que carece de un propósito común y sobre todo de liderazgo.
SANTIAGO – Los participantes llegaron, los anfitriones dieron la bienvenida a los invitados europeos, se pronunciaron muchos discursos, se brindó y, al final, la reunión anual de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) fue aclamada como un éxito. Pero lo que quedó la mañana siguiente fue la clara sensación de una región profundamente dividida, que carece de un propósito común y sobre todo de liderazgo.