ATENAS – Poco después de la reunión del Eurogrupo de los ministros de Finanzas de la eurozona el 27 de junio de 2015, me topé con un Mario Draghi de aspecto preocupado. El presidente del Banco Central Europeo me preguntó: “¿Qué diablos está haciendo Jeroen?”, en referencia a Jeroen Dijsselbloem, el entonces presidente del Eurogrupo. “Perjudicando a Europa, Mario. Perjudicando a Europa”, respondí. Draghi asintió con la cabeza, con un aire consternado. Tomamos el ascensor hasta la planta baja y nos separamos en silencio.
ATENAS – Poco después de la reunión del Eurogrupo de los ministros de Finanzas de la eurozona el 27 de junio de 2015, me topé con un Mario Draghi de aspecto preocupado. El presidente del Banco Central Europeo me preguntó: “¿Qué diablos está haciendo Jeroen?”, en referencia a Jeroen Dijsselbloem, el entonces presidente del Eurogrupo. “Perjudicando a Europa, Mario. Perjudicando a Europa”, respondí. Draghi asintió con la cabeza, con un aire consternado. Tomamos el ascensor hasta la planta baja y nos separamos en silencio.