Quiero que Rusia sea un país aburrido -al menos en las próximas décadas. En el siglo XX, Rusia estableció un récord indiscutible de todo tipo de revueltas y experimentos sociales que atrajeron la atención mundial. Es necesario un receso. Este objetivo parecía estar enteramente al alcance -o al menos parecía posible- hasta la primera mitad de 2003. Los corresponsales extranjeros acreditados en Moscú se quejaban de que nada estaba pasando en la Rusia de Putin. La inversión en la economía rusa estaba creciendo rápido. Desafortunadamente, los gobernantes rusos no están acostumbrados a que Rusia y el resto del mundo permanezcan por mucho tiempo sin alguna sorpresa que los asombre.
Infundir un clima de inseguridad es la mejor manera de amedrentar a la población hasta la sumisión y de ahuyentar inversionistas potenciales. A los inversionistas normalmente no les interesa que tan democrático o no democrático sea un gobierno. Todo lo que les importa y lo que necesitan son reglas estables y predicibles. De hecho, el lema entre los mayores inversionistas es la inercia. Lleva algún tiempo tomar la decisión de invertir o no en un proyecto, y una vez que la decisión está tomada, es muy difícil detener el proceso rápidamente. El gobierno ruso está haciendo lo mejor que puede para probar que, si bien complicado, es posible desafiar las leyes de la física empresarial y cancelar inversiones que ya están en puerta.
Cuando Mikhail Khodorkovsky y otros ejecutivos de Yukos, su compañia petrolera, fueron arrestados el año pasado, las empresas que invertían o querían invertir en Rusia estaban preparadas para interpretar los encarcelamientos como un incidente aislado provocado por la agenda política de la compañia y su director ejecutivo, quienes debieron haber sido más inteligentes. El que para la segunda mitad de 2003, ya era obvio que el gobierno intentaría usar recursos legales - en la forma de excesivos requerimientos fiscales -a fin de destruir la compañia es lo de menos.
Los inversionistas que habían tomado la decisión de llevar su dinero a Rusia, estaban dispuestos a ignorar el hecho de que una sola compañia enfrentara problemas legales y financieros. "Esto debe ser una excepción", repetían todo el tiempo, como una oración o mantra. He escuchado cosas similares cuando se discuten los problemas rusos: "Acaben con este problema de Yukos. No nos importa cómo, nada más pónganle fin."
Desafortunadamente, el genio ya salió de la lámpara. Durante 2004, era suficientemente claro que el sistema de seguridad interna de Rusia había llevado el liderazgo en decidir cómo manejar los problemas políticos y económicos. Las estructuras de seguridad desarrollaron un gusto por este tipo de trabajo y aceptaron felices nuevas responsabilidades. En muchos sentidos, ellos empezaron a percibir la lucha contra los grandes negocios como similar a la lucha contra los terroristas. Y, ciertamente, estas comparten una cosa en común: la pelea nunca termina.
Más y más requerimientos fiscales se crean y no sólo contra Yukos. Los requerimientos dirigidos a la empresa de telecomunicaciones Vympelkom (una de las empresas líderes de Rusia y la primera en cotizar en la Bolsa de Valores de Nueva York en 90 años) enviaron una señal clara a los inversionistas: nadie está a salvo.
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De hecho, en documentos oficiales se ha empezado a cuestionar la legitimidad de la privatización de las empresas líderes rusas a finales de los noventa, lo que ha abierto el debate sobre una revisión de los resultados de esas privatizaciones. Asimismo,
British Petroleum
, la cual hasta ahora ha invertido en Rusia más que ninguna otra compañia, descubrió recientemente que sus derechos sobre el campo petrolero de Kovytkino no están garantizados en absoluto. Esta propiedad, según parece, puede ser reclamada por el Estado en cualquier momento.
Sería incorrecto sacar conclusiones de largo plazo formuladas a partir de información económica de corto plazo, aun si esta información confirma los hechos. Las tendencias alarmantes que estamos viendo ahora pueden ser de corta duración y sin consecuencias graves. El crecimiento post socialista es un proceso que no puede (y no debe) detenerse fácilmente.
Sin embargo, si las autoridades siguen esforzándose en desestabilizar la economía, las tendencias preocupantes actuales podrían arraigarse. De ser así, entonces Rusia puede olvidarse de lograr el rápido crecimiento sostenido que China ha alcanzado. En lugar de eso, los rusos nos vamos a encontrar tratando de evitar una inminente crisis económica.
Por supuesto, nadie puede predecir cuándo podría ocurrir tal crisis. Pero una cosa es segura: nosotros sabremos más pronto que tarde qué camino han elegido las autoridades. De hecho, éste aún puede ser el año más ominoso para Rusia.
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South Korea's latest political crisis is further evidence that the 1987 constitution has outlived its usefulness. To facilitate better governance and bolster policy stability, the country must establish a new political framework that includes stronger checks on the president and fosters genuine power-sharing.
argues that breaking the cycle of political crises will require some fundamental reforms.
Among the major issues that will dominate attention in the next 12 months are the future of multilateralism, the ongoing wars in Ukraine and the Middle East, and the threats to global stability posed by geopolitical rivalries and Donald Trump’s second presidency. Advances in artificial intelligence, if regulated effectively, offer a glimmer of hope.
asked PS contributors to identify the national and global trends to look out for in the coming year.
Quiero que Rusia sea un país aburrido -al menos en las próximas décadas. En el siglo XX, Rusia estableció un récord indiscutible de todo tipo de revueltas y experimentos sociales que atrajeron la atención mundial. Es necesario un receso. Este objetivo parecía estar enteramente al alcance -o al menos parecía posible- hasta la primera mitad de 2003. Los corresponsales extranjeros acreditados en Moscú se quejaban de que nada estaba pasando en la Rusia de Putin. La inversión en la economía rusa estaba creciendo rápido. Desafortunadamente, los gobernantes rusos no están acostumbrados a que Rusia y el resto del mundo permanezcan por mucho tiempo sin alguna sorpresa que los asombre.
Infundir un clima de inseguridad es la mejor manera de amedrentar a la población hasta la sumisión y de ahuyentar inversionistas potenciales. A los inversionistas normalmente no les interesa que tan democrático o no democrático sea un gobierno. Todo lo que les importa y lo que necesitan son reglas estables y predicibles. De hecho, el lema entre los mayores inversionistas es la inercia. Lleva algún tiempo tomar la decisión de invertir o no en un proyecto, y una vez que la decisión está tomada, es muy difícil detener el proceso rápidamente. El gobierno ruso está haciendo lo mejor que puede para probar que, si bien complicado, es posible desafiar las leyes de la física empresarial y cancelar inversiones que ya están en puerta.
Cuando Mikhail Khodorkovsky y otros ejecutivos de Yukos, su compañia petrolera, fueron arrestados el año pasado, las empresas que invertían o querían invertir en Rusia estaban preparadas para interpretar los encarcelamientos como un incidente aislado provocado por la agenda política de la compañia y su director ejecutivo, quienes debieron haber sido más inteligentes. El que para la segunda mitad de 2003, ya era obvio que el gobierno intentaría usar recursos legales - en la forma de excesivos requerimientos fiscales -a fin de destruir la compañia es lo de menos.
Los inversionistas que habían tomado la decisión de llevar su dinero a Rusia, estaban dispuestos a ignorar el hecho de que una sola compañia enfrentara problemas legales y financieros. "Esto debe ser una excepción", repetían todo el tiempo, como una oración o mantra. He escuchado cosas similares cuando se discuten los problemas rusos: "Acaben con este problema de Yukos. No nos importa cómo, nada más pónganle fin."
Desafortunadamente, el genio ya salió de la lámpara. Durante 2004, era suficientemente claro que el sistema de seguridad interna de Rusia había llevado el liderazgo en decidir cómo manejar los problemas políticos y económicos. Las estructuras de seguridad desarrollaron un gusto por este tipo de trabajo y aceptaron felices nuevas responsabilidades. En muchos sentidos, ellos empezaron a percibir la lucha contra los grandes negocios como similar a la lucha contra los terroristas. Y, ciertamente, estas comparten una cosa en común: la pelea nunca termina.
Más y más requerimientos fiscales se crean y no sólo contra Yukos. Los requerimientos dirigidos a la empresa de telecomunicaciones Vympelkom (una de las empresas líderes de Rusia y la primera en cotizar en la Bolsa de Valores de Nueva York en 90 años) enviaron una señal clara a los inversionistas: nadie está a salvo.
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De hecho, en documentos oficiales se ha empezado a cuestionar la legitimidad de la privatización de las empresas líderes rusas a finales de los noventa, lo que ha abierto el debate sobre una revisión de los resultados de esas privatizaciones. Asimismo, British Petroleum , la cual hasta ahora ha invertido en Rusia más que ninguna otra compañia, descubrió recientemente que sus derechos sobre el campo petrolero de Kovytkino no están garantizados en absoluto. Esta propiedad, según parece, puede ser reclamada por el Estado en cualquier momento.
Sería incorrecto sacar conclusiones de largo plazo formuladas a partir de información económica de corto plazo, aun si esta información confirma los hechos. Las tendencias alarmantes que estamos viendo ahora pueden ser de corta duración y sin consecuencias graves. El crecimiento post socialista es un proceso que no puede (y no debe) detenerse fácilmente.
Sin embargo, si las autoridades siguen esforzándose en desestabilizar la economía, las tendencias preocupantes actuales podrían arraigarse. De ser así, entonces Rusia puede olvidarse de lograr el rápido crecimiento sostenido que China ha alcanzado. En lugar de eso, los rusos nos vamos a encontrar tratando de evitar una inminente crisis económica.
Por supuesto, nadie puede predecir cuándo podría ocurrir tal crisis. Pero una cosa es segura: nosotros sabremos más pronto que tarde qué camino han elegido las autoridades. De hecho, éste aún puede ser el año más ominoso para Rusia.